Introducción a la epístola De Santiago

Juan Cáceres

Tema: Fundamentados en la Palabra de Dios
Lección # 1: Introducción a la epístola de Santiago

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; 5 y que apareció a Cefas, y después a los doce. 6 Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. 7 Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles;” 1 Corintios 15:3-7

“Aunque no siempre es posible identificar todos los datos concernientes a una composición, ninguna pieza literaria puede ser propiamente comprendida fuera de su contexto histórico. Para comprender el mensaje de la epístola de Santiago se debe conocer entre otras cosas, algo respecto al autor, la fecha de composición, los receptores, el propósito por el que escribió esta carta, las características literarias y estilo de la composición” (Elvis Carballosa, autor del libro Santiago, una fe en acción).

Por tal razón, antes de entrar a la epístola, estudiaremos lo que nos dice la Biblia sobre Santiago.

1.Sus orígenes - Todo comienza con el nacimiento de Jesús. El apóstol Pablo escribió en Gálatas 4:4-5: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.” Jesús nació por obra del Espíritu Santo de la virgen María (Mateo 1:18; Lucas 1:30-35). Se cumplió la profecía de Isaías 7:14 que declaró: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Mateo 1:23 cita esta profecía y añade que “Emanuel” significa “Dios con nosotros”. Mateo 1:24-25 continúa: “Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS”. En Mateo 13:55-56 leemos: Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros? 55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? 56 ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?” (Santiago fue más bien un título en latín de San Jacobo que con el paso del tiempo se convirtió en español a Santiago.) De acuerdo al libro Life in Year One (La vida en el año Primero), Nazaret en el Siglo 1 era un pueblo de unos 400 habitantes con caminos no pavimentados y casas de una sola planta hechas de barro y piedra y techadas en paja con ventanas altas para que entrara luz y aire, pero que no permitiera que se viera desde afuera. Las familias eran numerosas y las casas pequeñas. Las familias preparaban sus alimentos y comían fuera de la casa. Imagina la vida de Jesús, Santiago (que parece ser el primer hijo de José, por el orden en que aparecen los nombres) y sus hermanos (al menos, eran siete). La familia viajaba en caravanas a las fiestas de la Pascua en Jerusalén (Lucas 2:41). Más adelante, la Biblia hace claro que Santiago y sus hermanos no creían en Jesús (Juan 7:5 – “Porque ni aun sus hermanos creían en él”).

2.El poder de la resurrección de Cristo - El apóstol Pablo escribió que Cristo después que resucitó se le apareció a distintas personas, entre ellas habla de Jacobo (1 Corintios 15:3-8). Esta experiencia transformó a Santiago. Lo sabemos porque lo encontramos en el Aposento Alto esperando la promesa del Espíritu Santo (Hechos 1:14). En Hechos 12, Herodes mató al apóstol Jacobo, hermano de Juan. Luego, mandó a encarcelar a Pedro para matarlo, pero Dios envió un ángel y lo libró (Hechos 12:1-17). Pedro llegó a la casa donde los discípulos oraban por él. En Hechos 12:17 dice: “Pero él, haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos. Y salió, y se fue a otro lugar.” Tal parece que tras la salida de Pedro de Jerusalén, Jacobo (Santiago) toma la posición de liderazgo. Es importante indicar que la persecución llevó a los discípulos a diversos lugares y allí predicaron el evangelio, lo cual trajo gran crecimiento a la Iglesia. Es interesante que Pablo narra su experiencia con Dios en Gálatas 1 y escribe: “Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días; 19 pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor” (Gálatas 1:18-19). Luego añade en Gálatas 2 que catorce años después volvió a Jerusalén y escribe; “y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión” (Gálatas 2:9). En los evangelios leemos del círculo íntimo de Jesús: Juan, Jacobo y Pedro, pero recuerde que el Jacobo que menciona allí era el hermano de Juan, al cual Herodes mandó a matar. El Jacobo que Pablo menciona en Gálatas es Santiago, el hermano del Señor. Santiago es un testimonio firme del poder de la resurrección de Cristo. De un incrédulo se convirtió en un líder de la Iglesia. El apretón de manos que se dieron es un acuerdo, una bendición mutua y un vínculo para servir al Señor en diferentes direcciones.

3.Su liderato en el Concilio de Jerusalén – Pablo y Bernabé enfrentaron a los judaizantes en Antioquía de Siria que llegaban de Jerusalén diciendo que la circuncisión era necesaria para la salvación. Decidieron enviar a Pablo y Bernabé junto a otros hermanos a Jerusalén a reunirse con los apóstoles y ancianos de la Iglesia. En la Iglesia en Jerusalén encontraron fariseos que se habían convertido, pero exigían que los gentiles guardaran la ley de Moisés. Por tal razón, los líderes de la Iglesia se reunieron en Jerusalén. Hubo mucha discusión del asunto. Pedro se levantó y dio testimonio cómo Dios lo usó para predicar a los gentiles (en casa de Cornelio). Pedro declaró que los gentiles recibieron el Espíritu Santo como ellos. Añadió: “y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. 10Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos” (Hechos 15:9-11). Después Pablo y Bernabé contaron las maravillas y señales que Dios había hecho a través de ellos entre los gentiles. Fue entonces que Santiago con autoridad y diplomacia citó al profeta Amós para decir que tanto judíos como gentiles creerían. Por tanto serían admitidos en la Iglesia sin impedimentos. Los creyentes gentiles eran pueblo de Dios, podían adorar a Dios y no tenían que circuncidarse. Las cosas que se les pidieron que hicieran era para que los judíos estrictos pudieran tener relación con los gentiles. Santiago indica que aquellos que judaizantes no iban de parte de él ni de la Iglesia en Jerusalén (Hechos 15:24). Como Pablo escribió en Efesios 2:11-22, de ambos pueblos (judíos y gentiles), Dios hizo uno, teniendo entrada por un mismo Espíritu al Padre y siendo partes de la familia de Dios. De igual manera, Pedro escribió: “vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 Pedro 2:10). Así que vemos a este hombre transformado por Dios de un incrédulo a un líder de la Iglesia mostrando su liderato en una situación sumamente difícil para la Iglesia del primer siglo. Este Santiago (Jacobo) es quien escribe la carta que comenzamos a estudiar.